Volver a temblar escuchando poesía. Recordarme. Que la pequeña giganta renazca y se revele nuevamente. Gracias Male por estar ahí y susurrarlo al oído.

Con ustedes Sara Kay.

«Si tuviera una hija, en vez de mamá, me llamaría Punto B, porque de esa manera sabe que no importa lo que pase, al menos, siempre puede encontrar su camino hacia mí. Y voy a pintar los sistemas solares en las palmas de sus manos, para que tenga que aprender todo el universo antes que pueda decir, «Oh, conozco eso como la palma de mi mano». Y ella va a aprender que esta vida te golpeará duro en la cara, esperará a que te repongas sólo para patearte el estómago. Pero quedarte sin aire es la única forma de recordarle a tus pulmones lo mucho que les gusta el sabor del aire. Aquí hay heridas que no pueden curarse con curitas o poesía. Entonces cuando ella comprenda que la Mujer Maravilla no vendrá, me aseguraré que sepa que no tiene que llevar la capa ella sola Porque no importa cuan ancho extiendas tus dedos, tus manos siempre serán muy pequeñas para abarcar todo el dolor que quieres sanar. Créanme, lo he intentado. «Y, cariño», voy a decirle, no lleves la nariz levantada en el aire. Conozco ese truco; lo hice millones de veces. Sólo estás oliendo el humo para poder seguir el camino de regreso a una casa en llamas, para poder encontrar al chico que perdió todo en el fuego para ver si puedes salvarlo. O bien encontrar al chico que comenzó el incendio, para ver si puedes cambiarlo» Pero se que ella lo hará de todos modos, por eso siempre tendré cerca una ración extra de chocolate y botas de lluvia, porque no hay angustia que el chocolate no pueda curar. Bueno, hay algunas angustias que el chocolate no puede curar. Pero para eso están las botas de lluvia. Porque si la dejas, la lluvia se lleva todo. Quiero que ella mire el mundo a través del fondo de vidrio de un barco, que a través de un microscopio mire las galaxias que existen en ese puntito que es la mente humana porque esa es la forma en que mi mamá me enseñó Que habrá días como este. ♫ Habrá días como este, mi mamá dijo. ♫ Cuando abres tus manos para atrapar y terminas sólo con moretones y ampollas; Cuando sales de la cabina telefónica y tratas de volar y las mismas personas que quieres salvar son los que están pisando tu capa; cuando tus botas se llenarán de agua, y estarás desilusionada hasta las rodillas Y son precisamente esos días en que tienes más razones para decir gracias. Porque no hay nada más hermoso que la forma en que el océano se niega a dejar de besar la costa, No importa cuántas veces se aleja. Pondrás el viento en ganar algo, perder algo. Pondrás la estrella en comenzar una y otra vez. Y no importa cuántas minas estallen en un minuto, asegúrate que tu mente aterrice en la belleza de este raro lugar llamado vida. Y si, en una escala de uno a exceso de confianza, soy bastante ingenua. Pero quiero que ella sepa que este mundo está hecho de azúcar. Puede derrumbarse fácilmente, pero no tengas miedo de sacar la lengua y saborearlo.«Cariño», voy a decirle, «recuerda que tu mamá se preocupa y tu papá es un luchador, y tú eres la niña con manos pequeñas y ojos grandes quien nunca se cansa de pedir más». Recuerda que las cosas buenas vienen de a tres, y las cosas malas también. Y siempre discúlpate cuando hayas hecho algo mal. Pero nunca te disculpes por la forma en que tus ojos se niegan a dejar de brillar. Tu voz es pequeña, pero nunca dejes de cantar. Y cuando finalmente la tristeza te embargue, cuando el odio y la guerra se deslicen bajo tu puerta y te ofrezcan folletos en las esquinas de cinismo y derrota, les dices que realmente deberían conocer a tu madre.»